La canción de Krafwerk suena una y otra vez en mi cabeza. Desde que me he levantado para ocupar mi puesto en el puente de mando no he podido dejar de oírla una y otra vez. La nave de transporte estelar continúa imperceptiblemente su retorno hacia la base de operaciones.
Lo peor de todo es que me trae recuerdos que me humedecen por dentro y me retro alimento con las ganas de sentir una buena penetración, el caso es que no me puedo concentrar en mi labor de control de los sistemas automáticos del ordenador de abordo.
Está decidido, en la pausa del almuerzo le pediré a la doctora una cita con el cyberman de abordo, es la única forma de quitarme esta desazón ya que sólo hay tripulantes femeninas heteros en esta nave y el vibrador que uso en mi litera no me permite disfrutar de la intimidad que necesito.
Estamos a medio camino entre Venus y Tierra en un viaje de mas de cinco meses y las seis tripulantes nos turnamos cada ocho horas para que siempre haya dos despiertas como mínimo.
En el viaje de ida pude disfrutar en tres ocasiones de nuestro ingenio cybertrónico y necesité reunir valor cada vez para presentar mi solicitud a la doctora y sicóloga que es la única enterada del uso que cada una de nosotras hace del ingenio sexual robótico denominado "rob-boy".
Tiene algunas ventajas sobre el modelo original de carne y hueso ya que puedes decidir cuándo llega a su espasmo final si es que quieres que lo simule con relajación incluida. Si la usuaria lo desea podría ser inagotable o inacabable su penetración. También se puede elegir el tamaño del pene incluso variarlo en tres dimensiones sobre la marcha para acentuar tu placer o descubrir tus límites.
Puedes elegir el modelo facial, color de piel, musculatura y dimensiones. Toda su masa emerge de una camilla de silicona moldeable y el único inconveniente es que no le puedes abrazar ni tocar el culo, la nuca, o la espalda. Con el mando a distancia puedes elegir sólo dos posiciones vertical u horizontal y manejar cualquier parámetro programado. Dispone de toda una serie de accesorios increíblemente sofisticados para la estimulación extra que aumentan las posibilidades.
En la primera cita me sentí cohibida pero disfruté del orgasmo más largo de mi vida. Usé un anillo vibrador engarzado a el nacimiento del tronco del pene que diseñé con protuberancias (como las de los machos de algunas tribus primitivas que se insertan piedras bajo la piel), le di un ángulo de entrada idóneo a mi postura sobre su cuerpo para actuar sobre mi punto G y una longitud superior a las que había conocido en cualquier otra cita real. Casi no llegaba a cubrir semejante aparato con el preservativo convencional que usé por higiene y casi no pude absorber tanta polla cibernética, así que la reduje un poco hasta sentirme cómoda.
La combinación de vibración sobre mi clítoris cuando me sentaba a fondo sobre su cuerpo y el contacto con sus bultos me hicieron cabalgar desbocada multiplicando mi orgasmo.
Me aferraba con mis manos a su pecho musculado a mi gusto en la programación previa, sus brazos inmóviles se unían sobre su cabeza simulando una inmovilización.
Para preparar toda la programación usé varios tiempos de descanso en los que dejé volar mi imaginación sobre su diseño. El hecho de sentarme a grabar sus parámetros me humedecía hasta empapar mis protejeslips y tener que ir al baño para aspirar mi humedad del traje espacial. Personalicé la música, la iluminación, la temperatura y olor de la sala para no usar el estándar y sentirme a gusto.
En la segunda cita ya sabía las posibilidades del rob-boy y me decidí por algo especial. Diseñé un triple pene como un tronco del que salían dos ramas cortas para actuar sobre mi culito y mi clito.
Parecía un puñal de placer que fui agrandando con el mando a distancia hasta llenarme de gozo.
Utilicé unos excitadores eléctricos pinzados en mis pezones para variar mis sensaciones. Tardé un mes en idear la siguiente escena.
En la tercera simplemente desestimé la morfología humanoide excepto por la forma de glande con la que rematé los múltiples tentáculos con ventosas en su longitud y con una succión intermitente programada en segundos de forma cadencial junto con un movimiento oscilante para golpear sobre mi cuerpo y soltarse de mi aleatoriamente. Dispuse en el centro de esta maraña un enorme falo adaptable a el hueco de mi sexo con forma helicoidal en su tronco que giraba en ambos sentidos taladrándome despacito mientras tomaba capullos bailarines y los chupaba o adhería a mis pechos. A ratos me enrroscaba una liana fálica en las muñecas para empujar a fondo. Fué algo imposible de describir en la escala del placer, algo parecido a cien bocas besándome por todo el cuerpo.
Lo que no tengo seguro es la privacidad de la programación y si los datos de mis actividades con rob-boy podrán afectar a mi trabajo.
¿Habrán grabado cada uso de esta máquina para estudiarnos?
¿Se podría usar en naves de guerra con machos?
Me da igual, pronto tendré otra cita con ello y espero que no sea la última.
¿Qué harías tu con algo tan versátil y novedoso?
1 de julio de 2006
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